Apología del pedo

A propósito de la más reciente emanación gaseosa de un conchudísimo amigo en una reunión y el comentario de otro en el sentido de que “el Congreso se ha tirado un pedo con esa ley que equipara la detención domiciliaria con la cárcel”; recordé un texto divertido de FRANCISCO DE QUEVEDO, del cual comparto los extractos pertinentes:


GRACIAS Y DESGRACIAS DEL OJO DEL CULO
Edición de Daniel Lebrato
Padilla. Libros. Editores & Libreros. Sevilla, 1996
El manuscrito se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid
AUTOR: Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)

“(...) pero se ha de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de laudatoria que indigno de ella. Y, para prueba desta verdad, digo que de suyo es cosa alegre, pues donde quiera que se suelta anda la risa y la chacota, y se hunde la casa, poniendo los inocentes sus manos en figura de arrancarse las narices, y mirándose unos a otros, como matachines. Es tan importante su expulsión para la salud, que en soltarle está el tenerla. Y así, mandan los doctores que no les detengan, y por esto Claudio César, emperador romano, promulgó un edicto mandando a todos, pena de la vida, que (aunque estuviesen comiendo con él) no detuviesen el pedo, conociendo lo importante que era para la salud. Otros dijeron que lo había hecho por particular respeto que se debe al señor ojo del culo.
(...)
Y es probable que llega a tanto el valor de un pedo, que es prueba de amor; pues hasta que dos se han peído en la cama, no tengo por acertado el amancebamiento; también declara amistad, pues los señores no cagan ni se peen, sino delante de los de casa y amigos. Y un portugués preguntado cuál era la parte principal del cuerpo dijo que el culo, que se asentaba primero que nadie y aunque fuese delante del rey.
Los nombres del pedo son varios: cuál le llama "soltó un preso", haciendo al culo alcaide; otros dicen: "fuésele una pluma", como si el culo estuviera pelando perdices; otros dicen: "tómate ese tostón", como si el culo fuera garbanzal. Otros dicen algo crítico: "cuesco", derivado de la enigma; y otros han dicho: "Entre peña y peña el alba, río que suena". De aquí se levantó aquel refrán que dice: "Entre dos peñas feroces, un fraile daba voces". Y finalmente, dijo el otro: "El señor don Argamasilla cuando sale chilla".”



Titulo: Francisco de Quevedo, 1631-35
Autor: Velázquez
Museo: Colección Particular
Características: Óleo sobre lienzo
Estilo: Barroco Español

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